Amilcar Touré

Apoyo a personas y organizaciones en su camino de abrirse camino. Este camino necesita impulsos externos de vez en cuando, incluso en forma de preguntas que permitan reconocer y percibir otras perspectivas. Este proceso se apoya en una amplia comprensión psicosocial. Como terapeuta social y consultora sistémico-integrativa, aporto experiencia de trabajo con una amplia variedad de personas de todo tipo de sectores profesionales, clases sociales y orígenes culturales.

Como coach, quiero dar a mis clientes herramientas que puedan utilizar de forma independiente, independientemente del coaching. Psicoeducación y explicaciones de diversos modelos, ya sea en comunicación, teoría del conflicto o desarrollo de la personalidad.

Aunque mi experiencia radica en la selección de métodos, todos mis clientes son expertos en sus propias vidas. Nunca me atrevería a dictar la solución a los desafíos de otras personas. El proceso de coaching y consultoría se adapta exclusivamente a la personalidad y la situación del cliente. Como coach, simplemente fomento procesos de reflexión y apoyo a los clientes en el uso de sus recursos para el cambio. Ellos deciden en todo momento qué temas deben abordarse y qué pasos deben implementarse. El requisito más importante para que el proceso funcione es la voluntad consciente del cliente de someterse al proceso y esforzarse por cambiar. Como coach, no tengo ni una varita mágica con soluciones ni una bola de cristal que me indique qué camino sería el adecuado para alguien.

En mi opinión, se puede reconocer a un buen coach por su actitud. Da a sus clientes suficiente espacio y tiempo para reconocer y poner en práctica las cosas por sí mismos. Está abierto al resultado de las soluciones de sus clientes y es imparcial en lo que respecta a su personalidad. Cree firmemente en la «buena razón» en relación con las decisiones anteriores de los clientes y no los juzga. Observa el desarrollo de sus clientes con interés y entusiasmo y siempre da un paso atrás para atenderlos sin expectativas.

Las diferentes historias de mis clientes y la búsqueda de sus recursos. Para mí, el momento mágico en el coaching es cuando mis clientes se dan cuenta de cuáles son sus verdaderos valores y motivos y se proponen vivir de acuerdo con ellos. El poder que se libera entonces es muy duradero, ya sea en el ámbito profesional o privado.

Un ambiente de agradecimiento, con la sensación de ser visto y tomado en serio. Me dirijo a mis clientes de una manera receptiva y sin prejuicios, lo que les da espacio para abrirse. A muchas personas les ayuda mi conocimiento de diversos temas de desarrollo personal, comunicación y psicoeducación. (Ver anexo: feedback de los participantes en mis seminarios sobre reorientación profesional.)