Katja Freese

Mi interés genuino en las personas, en la individualidad del individuo y la creencia de que cada uno de nosotros tiene fortalezas dentro de sí que a menudo permanecen «dormidas» sin descubrir y que ni siquiera son conocidas por el individuo. Considero que descubrirlas y permitir que el coachee encuentre «su camino individual» es el objetivo principal de mi coaching. Mi empatía, junto con mi formación en el campo del coaching sistémico, la práctica alternativa de la psicoterapia, así como mis más de 20 años de experiencia profesional en el negocio del marketing y los medios de comunicación en el ámbito corporativo, de agencias y de empresas emergentes, tanto como miembro de un equipo como gerente, hacen que mi formato de coaching sea lo que es: un enfoque holístico con el objetivo de promover la individualidad y los propios recursos y encontrar el propio camino.

Me motiva el interés y la curiosidad por las personas. Todos somos únicos e individuales. Cada uno de nosotros, pero también grupos, como equipos o culturas enteras en sus composiciones individuales. En un espíritu de respeto y valoración, no se trata de cambiar a las personas. ¡Al contrario! Se trata de hacer visibles y conscientes las singularidades y las fortalezas. Y en el caso de la dinámica de grupo, combinar estas fortalezas individuales y hacer que todos sean conscientes de ellas para crear un equipo único, exitoso y autorreflexivo que se sustente en la valoración, la autorregulación, la reflexión y el humor.

Mi tarea favorita es escuchar, hacer preguntas y darme cuenta, tan pronto como pregunto, de cómo maduran las primeras percepciones del coachee. Es simplemente maravilloso ver cómo las personas crecen internamente, se produce un cambio y se vuelven felices en el proceso.

Cuando hago deporte, me siento en una mesa grande con mi familia o amigos a disfrutar de una buena comida y de una agradable conversación, salgo a pasear con nuestro perro o me «acurruco» leyendo libros durante horas, en cuestión de segundos estoy en mi «retiro privado» y lejos de todos los demás temas.

Un buen coach debe saber escuchar, ser apreciativo y respetuoso, y también apreciar. Debe mantener el llamado metanivel y, a pesar de toda la empatía necesaria, no dejarse arrastrar por el mundo emocional del coachee. Debe tener la capacidad de dejar que el coachee crezca desde dentro. Su repertorio de coaching debe incluir diversos métodos para poder utilizarlos de forma específica e individual. Todo ello se completa con una formación continua y una forma de pensar abierta e imparcial.